Este, aquí donde lo veis, fue mi fiel compañero durante los años de la crisis.
En este blog vertí mi humilde opinión sin contar con que iba a ser tan compartida.
Hoy por la mañana encontré unas libretas en el fondo de un armario. Allí estaban desde que cerramos nuestra oficina en la coruñesa Plaza de Lugo. Allá por 2008...
En una de ellas estaban escritos los usuarios y las claves para acceder a los backend de mis viejas web. Sí... entonces esas cosas (atención: paradoja) se apuntaban en papel.
Y aquí estoy... disfrutando de este escritorio del pleistoceno que, por supuesto, no voy a actualizar.
Aún no sé si he vuelto. Aún me lo tengo que pensar. La arquitectura me queda lejos ya...
Veremos.